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Recuento 2010

2010 se vistió con reminiscencias, sin embargo, volví a creer y viví minificciones, personajes fuertes pero fugaces, anécdotas que se quedan. También este año le confirmaron a mi papá que tiene cáncer y empezó su tratamiento. No sé cómo afrontar esas cosas que ocurren de repente. Soy débil, me evado. Uno nunca se imagina ver al hombre más fuerte que conoces, sintiéndose mal, despertar con náuseas e irse a dormir igual. Pero él no se da por vencido, es un guerrero y como lo miro, parece que va mejor y sólo pido que se quede con nosotros más años, aunque la mitad de las cosas que hago no le parezcan, pero que se quede. Gracias a los que se interesaron, rezaron y/o preguntaron cómo sigue. A él no lo voy a soltar antes de tiempo, lo aseguro. En 2010 contemplé el oriente lejano vertido en una persona y me sentí anulada como escribió Cioran, pero es preferible experimentar esa sensación a huir. Me enteré que dos de mis grandes amigos van a ser papás, no me canso de felicitarlos por ese mila

Pruebas

En ese instante no hubo fotos, risas galopantes, llanto de torrente rojo estrellado contra la puerta, ni abrazos vulgares que durán milésimas exageradas. Tuve que tomar lo que teníamos, reconstruír lo que hoy miras y nos violenta. No es precisamente el hechizo inexistente, más bien son los fragmentos de hastío escarlata, las risas porque sí, las culpas, los pesares tuyos que me adjudicaste, la búsqueda de algo que pensamos que teníamos y que supiste, que supe, que supimos que aquí no se encontraba. No hay pruebas de ese momento, lo fabricamos con suspiros mientras veíamos hacia otro lado. Por eso nos ahoga traerlo a cuento, porque sabemos su origen y asfixia el odio resguardado tantos años, las ganas de rompernos la nariz infinitas veces contra el desdén como lección que no ha quedado clara, los abrazos insignificantes después de bostezarnos con risas retorcidas, rivalidades estúpidas porque tú eras yo y yo era tuya y tú, mío, resentimientos añejos que pensé, pensaste, pensamos que se

Polvo

Confieso que me quedé flotando entre las grietas del tiempo hecho lajas más de ochocientos días y sigo atrapada, instante repetido, que tú sientes y que pesa. Rumor de piedra te ata a este momento suspendido en las líneas de mi mano. Mismo camino, trazado, zurcido, cambiado tantas veces, repetido. Y aquí estás, aquí estamos, seguimos, lo sientes, igual que yo, por eso te escondes entre hojas resquebrajadas de días que se secan. y ardillas vulgares que comen lo que les tires. He de decir que no me he movido mas navego en líneas que se escriben sobre el piso una y mil veces. Soy una aparición en un parque centenario donde te busco, soplo que sólo lleva polvo a los ojos en un sitio que no me pertenece y que hoy tampoco es tuyo.

Coágulo

Indiferente color gris contra el que duermes la siesta de los incautos. Vaho de estalactitas enmohece tu nariz, ojos de olvido tallados un instante repetido en la oscuridad de tu vigía. Espera movimiento inútil, oleaje de un pecho vacuo a la orilla del flujo cristalino intermitente de faros que se prenden. Interminable recuerdo nubloso de una casa que no intuyes. Y aquí sentado, a tu lado Atreyu hace guardia correría de un regreso, el calor de tu nariz, y luz reflejada. Cola quieta, expectante te echa de menos desde hace dos horas con el pelaje frío, retorno que no sabe hacer solo. Presiente que quizá más tarde despertarás de tu sueño viscoso de color rojo.

A propósito de invocación a la Vírgen de Guadalupe de Renato Leduc

A Francisco Miel de maple en tus ojos color de la sotana que no usas, hábito que desearía ser yo, hoja de arce sobre tu cuerpo ligero. Otro Francisco, como tú, camina lejos, en Umbría, en grupos de dos o tres por senderos empedrados igual de bellos. Sonrisa de puertas que abren templo de mármol fresco donde quisiera guardarme. Caminar ágil, sandalias de recorrido cotidiano bajo el sol que te sonroja, franco y hermoso, célibe e intocable, jóven perpetuo como los de la órden, los que caminan allá, como el otro Francisco, el italiano, no tú porque te falta la primera cruz de los cristianos, sin testa, la T primigenia atada a tu cuello, la T de mi nombre sobre tu pecho.

Esencial

Para E. R. S. Huele a ti y a mí, esto que bulle explota se precipita brota y se enreda entre los dos no lo sabemos pero tiene nuestro aroma lo escondemos con instantes de sinsentido pero nace crece se multiplica a escondidas salpicándonos los labios dejando un aroma agitado desperdigado desparramado desconocido cálido oculto entre tú y yo

Derramado

No tumbado, vertido sobre la cama, tu cuerpo lácteo, ligero, alimenta amaneceres por venir. Visión próxima del oriente lejano, oculto en tu piel, en tus ojos, en un resquicio de tu mente. Perfección milenaria derramada en la cama, invitación a beber del principio, a untarse de ti, de tu pasado, a navegar allá adonde el sol nace.

Fugaz

Siempre serás la sombra breve que pasa detrás de esta ventana. El que pasea por esta historia repetida de muchos finales posibles pero siempre inconclusa, de escenarios en serie y personajes elementales: una mujer y un hombre, siempre el mismo tú, el fugaz.

Temporada de caza (nueva versión)

Ahora vas a bacanales y en manada te obnubilas con cerveza, te gustan las hembras lentas de pelaje brillante, las que se rezagan a propósito porque saben más que tú de persuasión en época de brama. Te dejas seducir en la pradera, paseas creyendo que ahora sí eres tú el que caza. Te has vuelto nómada, viajas y usas artilugios aparentando poderío. Ya no te asustas ante la cacería incoherente y hasta andas cumpliendo con tu propia porción de incongruencia.

Vinyl

No entraste, te metiste en mi vida ¿y así te sales?, dijo él, con un dejo de patetismo. Ella no abrió la boca ni para decir lo siento. Caminaron separados hacia la esquina como dos personas más entre la gente, ella cruzaría hacia el portal chico, él hacia el grande. Un auto se detuvo en el semáforo, alcanzaron a oír Vinyl, de Zoé, saliendo de las bocinas. Nunca es sabio abrir tanto la puerta , se escuchó. Después se puso la luz verde.

Es producto de su mente

El doctor la escuchó con atención, miró su grabadora que seguía encendida, luego, de golpe le dijo: -- Señora, todo lo que me contó es producto de su mente. Ella supo entonces que lo mejor de su vida, esos últimos siete meses, habían sido inventados. Sintió una opresión larga y aguda en el estómago. Una serpiente helada recorrió su espina dorsal. Pensó largo rato en dónde habría sido, quizá en Egipto donde humilló a las esclavas, o en la aldea japonesa que abandonó por no tener el valor suficiente para vengar la muerte de Hiroshi, su mejor amigo; o probablemente fue en Tlaxcala, cuando no pudo esconder a sus hijos de las manos de los evangelizadores. No lo sabía con precisión, pero estaba segura de que en alguna otra vida, en alguna otra parte, algo muy grave le había hecho a alguien. Trastabillando, salió del consultorio, dejó atrás el llamado insistente del médico. Siempre se había dicho a sí misma que la única certeza que tenía eran sus recuerdos. Ahora, en un segundo, los siete mes

Viaje

Día. Cuerpos que contemplan la puesta del destino sentados uno junto al otro. Seres que se saben distantes y sólo atinan a sacudir la arena que se incrusta. Tarde. Cabello de lluvia tenaz, boca que deja de ser trópico y se vuelve sólo labios. Cuerpos que se pierden en la eternidad, que sólo sirven para encontrar la diferencia entre el camino moreno y el de tez clara. Noche. Explosión de miradas que no convergen, sudor incómodo en sábanas donde anidan promesas que comerán los cangrejos. Truenos que anuncian el nunca más, rayos que cortan la piel celeste y penetran el agua. Viaje a lo certero. ¿Y las palmeras? En el día, embebidas con el quizá, por la tarde, impasibles, a la noche, doblándose a carcajadas.

She´s breakable

Hay veces que siento que el tiempo se me ha ido esperando del mundo lo contrario de lo que es, y me canso y me rompo y me vuelvo a pegar no sé por cuánto tiempo. Las llamas se avivan algunos días y ya no siento frío pero es por un corto periodo, cualquier viento, el más mínimo, quiere romper el fuego y me voy, me pierdo, me vacío. No, no es que tenga algo. Todo lo contrario.

Hora de la cena

"No estoy hastiada, ni quisiera saber si tú lo estás o algún día lo estarás", oyeron decir entre dientes a la mujer que avanzó hacia ellos siguiendo de largo con bolsas de recaudo en ambas manos. Iban a dar las seis, Rocío volteó a ver a Raúl. — Nunca me voy a casar—le dijo. Él la miró, la rodeo con los brazos y aún ignorante del hastío contestó: — Si te casas conmigo, cenemos fuera.

Abisal

Te llamo, no voltees. Tu nombre brilla trémulo en la cabeza de un pez abisal que deambula ciego por la noche acuosa. Te llamo, no respondas. La mención de ti apenas cintila en este mar añejo. Está, pero no alumbra. El pez avanza con tu nombre colgado en la cabeza, se pierde y retorna. Tu escaso fulgor no lo guía, es una pieza decorativa.

LA MAYORÍA DE EDAD

por José Emilio Pacheco La mayoría de edad No se alcanza por fecha de nacimiento Ni consta en los archivos oficiales. Nos graduamos de adultos nada más Cuando alguien nos deja. En plena juventud llega de pronto El sabor de la muerte.