Disculpa si no sé buenas maneras, si te veo con insistencia es que me gustan tus ojos y el tesoro entre tus piernas, tu voz de agua que brota, que corre, que bulle, y tu pensamiento que danza, que gira, vuela. Perdona si no soy de formalidades, mi atención está en regalarte una nube, un guiso, un gesto. Te escucho con la vista, recreo tus redondeces y delineo tus silencios. Disculpa si soy el haz de luz que atraviesa tus ojos, si me vuelvo los bordes de tus labios a cada palabra que dices, si lamo tus frases en mi mente y a veces no respondo, mi contemplación no sabe de permisos, sí de perdones. Mi adoración no sabe de etiqueta.