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Mostrando las entradas de enero, 2012

Amaneceres

Te asomaste a mi recámara mientras dormía, prendiste la luz, sé que me observaste, querías constatar que de verdad yo estaba ahí. Apagaste el foco. Escuché ruido en el baño. Las náuseas. El vómito. Saliste. Pude sentir que te sentabas en la cama, a mi lado. Me abrazaste. Toqué tu cabeza que, extraordinariamente, tenía cabello. Te dije, ¿qué pasa? -Nada, hija- y seguiste abrazándome. Volví a acariciar tu cabeza repleta de cabello. -Quiero recordar esta noche-dijiste. Hay amaneceres. Por suerte. Papá, sé que tú también tienes miedo.

Permanece

No hay más nada que esta noche si te quedas conmigo. No existe el mañana y no hay de qué preocuparse. Si te quedas conmigo la noche se alarga. Los espejos permanecen, nos recrean. No existe el mañana con sus quehaceres. Se vuelve una noche infinita con tu voz, el eco que se enrolla en mis oídos,no hay más voces, ni ruido, ni sonido. Si te inscribes en mi noche no tengo que inscribir mi día. Es algo que pasa. Pasará. Nada más. Si me hundo en el surco de tu labio inferior sé que no hay futuro, sólo el presente de tu boca que amortigua. Si recorro los túneles de tu cabello, la penumbra arreciará con sus escondites enrrollados. No estaré perdida, aún de noche, porque la noche brilla si te quedas en ella, si continúas no hay mañana ni dudas, ni rotura de espejos porque tus labios me salvan de los golpes.

NOCTURNO

La noche me gusta. Me engolosina. Por las tardes prefiero evadirme, no pensar y en las noches creo que puedo hacer tantas cosas: ver una película, oír música, ensimismarme, leer, escribir. Quizá sea un poco de esquizofrenia, o qué se yo, pero ahí me espabilo, hago tanto al mismo tiempo y pienso cosas distintas por montones. Es en las noches me siento más capaz de sortear lo que me ocurrió durante el día o lo que vendrá mañana. La otra vez me di cuenta de lo difícil que es cambiar de costumbres y que cuando las cambias, algo se rompe, quizá un punto de conflicto es necesario para encontrar estabilidad. Algo pasa cuando dejas de hacer lo que hacías o de ir a donde ibas. Las cosas que no te interesan terminan desvaneciendose, se pierden y en ese inter se da un breve instante de sacudimiento. Pensamientos como ese me vienen a la mente en la noche, cuando tengo, también la oportunidad de analizar lo que veo, lo que me cuentan, lo que me pasa. En el día todos andan corriendo, no hay tiem

A ABIGAIL, la niña Toro:

"Te regalo un rebaño de borregos verdes subiendo la pendiente, ocho árboles que se despeinen si se encuentran contigo, te doy una rebanada de volcán dormido, el que tú quieras, y un camino de piedras que podamos andar. No quiero que escuches que soy un perro que chilla a ratos, quiero entregarte una ventana donde asomes las veces que tú lo decidas para pintar aves, toros y memorias".

Depresión post-parto

Me siento muy de la chingada el día de hoy. ¿Será que conforme pasan los años esto ocurre? No tengo ni ganas de hacer el inventario de lo que fue el 2011, ¿será que conforme uno se va haciendo viejo te pesa más la incertidumbre respecto a las decisiones tomadas? No me he equivocado, me dije la otra vez, no han sido errores, sino rutas que me permiten definir mejor lo que no quiero. ¿Cómo saber cuando una etapa está cerrada? Supongo que eso se siente, hay que tener una especie de radar, algo de eso que le llaman sexto sentido, sin embargo, en esta media tarde del primer día del año me pesa el saber si hice bien o hice mal. Supongo que hice bien. Todas mis decisiones son mías y eso es ya una cuestión positiva. Que todo lo que decido es por mí, para mí. En fin, hoy resulta que me siento algo triste. No voy a decir que estoy deprimida (otra cosa debieron haberme heredado los genes del lado de la familia Flores). Quizá, conforme pasa el tiempo y tus decisiones son más analizadas, te deja