NOCTURNO

La noche me gusta. Me engolosina.
Por las tardes prefiero evadirme, no pensar y en las noches creo que puedo hacer tantas cosas: ver una película, oír música, ensimismarme, leer, escribir. Quizá sea un poco de esquizofrenia, o qué se yo, pero ahí me espabilo, hago tanto al mismo tiempo y pienso cosas distintas por montones.
Es en las noches me siento más capaz de sortear lo que me ocurrió durante el día o lo que vendrá mañana.
La otra vez me di cuenta de lo difícil que es cambiar de costumbres y que cuando las cambias, algo se rompe, quizá un punto de conflicto es necesario para encontrar estabilidad. Algo pasa cuando dejas de hacer lo que hacías o de ir a donde ibas. Las cosas que no te interesan terminan desvaneciendose, se pierden y en ese inter se da un breve instante de sacudimiento. Pensamientos como ese me vienen a la mente en la noche, cuando tengo, también la oportunidad de analizar lo que veo, lo que me cuentan, lo que me pasa.
En el día todos andan corriendo, no hay tiempo de meditar. La noche es un refugio, el hogar de las caricias,  covacha de maleantes, el calabozo de los enamorados, el espacio vital de los que sueñan, la habitación de las divagaciones...
Me gusta la noche. Aunque hay que también tratarla con respeto.

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