A propósito de invocación a la Vírgen de Guadalupe de Renato Leduc

A Francisco

Miel de maple en tus ojos
color de la sotana que no usas,
hábito que desearía ser yo,
hoja de arce
sobre tu cuerpo ligero.
Otro Francisco, como tú,
camina lejos, en Umbría,
en grupos de dos o tres
por senderos empedrados
igual de bellos.
Sonrisa de puertas que abren
templo de mármol fresco
donde quisiera guardarme.
Caminar ágil,
sandalias de recorrido cotidiano
bajo el sol que te sonroja,
franco y hermoso,
célibe e intocable,
jóven perpetuo
como los de la órden,
los que caminan allá,
como el otro
Francisco, el italiano,
no tú porque te falta
la primera cruz de los cristianos,
sin testa,
la T primigenia atada a tu cuello,
la T de mi nombre sobre tu pecho.

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