Y en este minuto de la noche conjuro a los hastiados, a los tristes, a los abandonados, a los que están solos, enloquecidos, con palabras en la boca abotagada, sin piel entre las manos, con la vista en la distancia. Aquí unánse, los que por elección han decidido pertenecer a la congregación del minuto.
Y aquí conjuro a los plenos, a los cansados, a los rotos, a los sin alma, a esos que no entienden y se preguntan y después arrojan. Y aquí quédense los rebosantes, los llenos de ganas pero sin ganas, los repletos del todo que les harta.

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