No despiertes

Te gusta dormir, igual que a mí. Todas las tardes, antes de comer y después de la oficina vienes a tirar tu desasosiego, ese descontento añejo e inexplicable, a nuestra cama. Entonces entro y disfruto verte dormir porque así eres mío, sin ataduras del pasado ni temores nuevos. Dormido, tan vulnerable, puedo acariciar tus cejas, recorrer con la yema de mi dedo tu nariz, imaginar debajo de tus párpados esos ojos de venado asustado y verlos apacibles, entrando en mí como yo navego en ti.
En tu descanso no hay escudos ni dudas, eres mío aunque, en ese instante, también le perteneces a tus sueños. No importa, cínica, al menos un poco, recorro tus rizos lo más que me deja el gel para el cabello que usas a diario. Y ya entrada en ánimos, toco tu estómago porque en brazos del sueño no reaccionas con un brinco ante mis manos.
Me gusta verte dormir porque pareces un niño y puedo cuidarte.Cuando me acuesto junto a ti y sientes mi presencia, aún dormido extiendes tu brazo y lo pones de almohada. Si tengo que levantarme por algún quehacer, me acunas, no me dejas ir, me lo dices como nunca lo dirás despierto ni usando palabras. Entonces escapamos, corro a tu lado, no hay barreras, nuestros sueños se entrelazan y disparados estallan contra la bóveda del universo. Duerme, no temamos.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Guardiana del abismo

El retrato de Zoe y otras mentiras, de Salvador Elizondo

G. V. Z.