ENSAYO 1
He descubierto que mi grado de enamoramiento se puede medir debido a la cantidad de tonterías que puedo decir en diez minutos y de forma no intencional:tienes ojos de perro, ¿haces ejercicio? no se te nota...)o bien, por la cantidad de palabras que no digo, que pienso pero no me salen, pues. Otro criterio sería mi capacidad para adquirir un tono rojizo en el rostro, ponerme a la defensiva, reprochar en vez de ser amable, brincar o cantar en plena calle, etcétera.
Digamos que el silencio no sirve de mucho al momento que deseas dejar una buena impresión en otra persona o quieres que te conozca. El mutismo puede indicar que somos unos pelmazos; casi nunca indica que estamos estructurando en nuestra cabeza un discurso sumamente interesante e innovador respecto a los temas de actualidad. Y a eso agreguemos el ponerse rojos por estar "chiveados". Válgame el cielo. ¿A dónde se puede llegar así?
Al sobreponerse del mutismo es común pasar al "tartamudismo", es decir, a ha-ha-blar en-tre-tre-cor-tada-men-te perdiendo de esta forma el sex-appeal, la elegancia y garbo.
Pero a decir verdad, yo me dí cuenta desde los 10 años que el garbo y la coquetería no eran algo innerente a mí y de todos modos, algunos lustros después sigo intentando en esos rubros...
Pues bien, cuando se ha logrado superar la etapa del tartamudo, en mi caso, no soporto las bromas, me pongo de un crítico, me convierto en alguien que en lugar de relajarse y estar just chillin´ se pone a la defensiva y no aguanta bromitas superfluas. Posteriormente y ya con más confianza, empiezan los reproches, los "¿te acuerdas que hace tiempo quedaste de invitarme un helado de mango y no llamaste?" o los "te mandé veinte correos y no contestaste ninguno" o también "a ver, dime, ¿te acuerdas cuándo es mi cumpleaños?" Supongo que entonces el interlocutor se siente entre la espada y la pared ¿y cómo resuelves eso si ya tienes la mitad de la pierna metida en el lodo?
Vaya, qué extraños caminos los del enamoramiento. ¿Por qué reprochar todo el tiempo a alguien que te gusta o del que estás enamorado? Si yo estuviera colocada en la situación de la otra persona, por supuesto que me sentiría mal. Pero, como estoy de este lado, lo olvido y los reclamos fluyen de una manera...
Y ya, para terminar, al estado de tartamudez podemos agregar el de torpeza en la motricidad: tropezar, tirar el café, dar un manazo (de cariño) muy fuerte al interlocutor, temblar y, si uno ya se siente muy bien en compañía de la otra persona, hay detalles como bailar, brincar o cantar en la vía pública que vienen a completar el cuadro de máximo enamoramiento. El bailecillo puede darse al escuchar una canción proveniente de un auto que pasa o cantando uno mismo (desde el Himno Nacional, pasando por Love me two times o el famoso Te quiero yo (de Barney). Cuando esto sucede, se ha llegado a las nubes, está uno perdido y el mundo alrededor, ya vale madres.
Digamos que el silencio no sirve de mucho al momento que deseas dejar una buena impresión en otra persona o quieres que te conozca. El mutismo puede indicar que somos unos pelmazos; casi nunca indica que estamos estructurando en nuestra cabeza un discurso sumamente interesante e innovador respecto a los temas de actualidad. Y a eso agreguemos el ponerse rojos por estar "chiveados". Válgame el cielo. ¿A dónde se puede llegar así?
Al sobreponerse del mutismo es común pasar al "tartamudismo", es decir, a ha-ha-blar en-tre-tre-cor-tada-men-te perdiendo de esta forma el sex-appeal, la elegancia y garbo.
Pero a decir verdad, yo me dí cuenta desde los 10 años que el garbo y la coquetería no eran algo innerente a mí y de todos modos, algunos lustros después sigo intentando en esos rubros...
Pues bien, cuando se ha logrado superar la etapa del tartamudo, en mi caso, no soporto las bromas, me pongo de un crítico, me convierto en alguien que en lugar de relajarse y estar just chillin´ se pone a la defensiva y no aguanta bromitas superfluas. Posteriormente y ya con más confianza, empiezan los reproches, los "¿te acuerdas que hace tiempo quedaste de invitarme un helado de mango y no llamaste?" o los "te mandé veinte correos y no contestaste ninguno" o también "a ver, dime, ¿te acuerdas cuándo es mi cumpleaños?" Supongo que entonces el interlocutor se siente entre la espada y la pared ¿y cómo resuelves eso si ya tienes la mitad de la pierna metida en el lodo?
Vaya, qué extraños caminos los del enamoramiento. ¿Por qué reprochar todo el tiempo a alguien que te gusta o del que estás enamorado? Si yo estuviera colocada en la situación de la otra persona, por supuesto que me sentiría mal. Pero, como estoy de este lado, lo olvido y los reclamos fluyen de una manera...
Y ya, para terminar, al estado de tartamudez podemos agregar el de torpeza en la motricidad: tropezar, tirar el café, dar un manazo (de cariño) muy fuerte al interlocutor, temblar y, si uno ya se siente muy bien en compañía de la otra persona, hay detalles como bailar, brincar o cantar en la vía pública que vienen a completar el cuadro de máximo enamoramiento. El bailecillo puede darse al escuchar una canción proveniente de un auto que pasa o cantando uno mismo (desde el Himno Nacional, pasando por Love me two times o el famoso Te quiero yo (de Barney). Cuando esto sucede, se ha llegado a las nubes, está uno perdido y el mundo alrededor, ya vale madres.
Comentarios
Me gusta como escribes
Saludos desde el norte de
Mexico
Gracias por tu comentario, espero que vuelvas pronto que yo daré una vuelta por tu blo.
Un abrazo.
Saludos
Anónimo:Cierto. Y triste.
Yoko: Gracias por tu visita.