SOMBRA, NO SÉ, LA SOMBRA
herida que me habita,
el eco.
(Soy el eco del grito que sería).
Estatua de la luz hecha pedazos,
desmoronada en mí;
en mí la mía,
la soledad que invade paso a paso
mi voz, y lo que quiero, y lo que haría.
Éste que soy a veces, sangre distinta,
misterio ajeno dentro de mi vida.
Éste que fui, prestado
a la eternidad,
cuando nací moría.
Surgió, surgí dentro del sol
al efímero viento
en que amanece el día.
Hombre. No sé. Sombra de Dios
perdida.
Sobre el tiempo, sin Dios,
sombra, su sombra todavía.
Ciega, sin ojos, ciega,
—no busca a nadie,
espera—
camina.
(Jaime Sabines, Recuento de poemas 1950/1993)
herida que me habita,
el eco.
(Soy el eco del grito que sería).
Estatua de la luz hecha pedazos,
desmoronada en mí;
en mí la mía,
la soledad que invade paso a paso
mi voz, y lo que quiero, y lo que haría.
Éste que soy a veces, sangre distinta,
misterio ajeno dentro de mi vida.
Éste que fui, prestado
a la eternidad,
cuando nací moría.
Surgió, surgí dentro del sol
al efímero viento
en que amanece el día.
Hombre. No sé. Sombra de Dios
perdida.
Sobre el tiempo, sin Dios,
sombra, su sombra todavía.
Ciega, sin ojos, ciega,
—no busca a nadie,
espera—
camina.
(Jaime Sabines, Recuento de poemas 1950/1993)
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