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Mostrando las entradas de diciembre, 2005

Algo que agradecer

Se nos va otro año. Pero, algo queda. Señor: Gracias por Pahuatlan y su huapangueada y por don Julián que me enseñó a bailar. Gracias por una escapada a Tuxpan. Gracias por el concierto casi privado de los Babasónicos en Pulque para 2 y por La Puntita, himno a mi generación... Por que vi 2 veces la película "Cruzada". No agradezco la película, sino la compañía. Gracias porque alguien me dijo que soy una gitana que encanta con sólo mirar. Muchísimas gracias por el viaje a las Italias... ah, que magnifico es el coliseo, que bello el Panteon, Florencia y su Davide, que rica la comida y que hermosos hombres hay allá... Tiré una moneda en la Fontana di Trevi, lo cual me hace pensar que regresaré... Me falta conocer el sur. Quiero ir a Capri. Gracias por el comité tlaxcalteca de bienvenida que me recibió excelentemente cuando regresé. Gracias por las noches de toxinas. Gracias por los gatos de Tifanny, que estaban hermosos. Gracias porque mi hermana ya es médico y sigue aprendiendo

Great Expectations

Psicólogos, poner atención. Posible necesidad de una terapia. Siempre me quejo mucho. Espero mucho y obtengo nada. No hablo con gente. Le hablo al viento. No hay respuesta. --- Me fabrico grandes expectativas y me quedo en blanco. Las personas terminan haciendo exactamente lo contrario a lo que me gustaría. --- Espero mucho, quiero mucho y jamás obtengo nada.

Calles repletas

Autos familiares, calles repletas, niños escudo. Padres que no ven, que no se oyen ni entre ellos. Niños armadura abren paso a sus padres. Carreolas golpean espinillas y talones. Casamientos anti-soledad. Parejas a conveniencia. Matrimonios nuevos para no morir solos. Calles repletas. Niños armadura. Padres que no ven, que no se oyen ni a sí mismos.

El retrato de Zoe y otras mentiras, de Salvador Elizondo

Leer a Salvador Elizondo es encontrar una serie de formas y técnicas narrativas originales en historias que nos llevan a reflexionar sobre la esencia oculta de los actos dentro de la realidad que el escritor suele retratar como contradictoria. Es, también, hallar imágenes que se proyectan inmutables. Cada cuento de El retrato de Zoe y otras mentiras despierta evocaciones (esto debido, quizá a la influencia de los surrealistas en el autor). Los pequeños instantes se hacen cíclicos y por ende, infinitos. Este libro es un abundante recuento de personas, lugares y momentos. Al leer El retrato de Zoe y gracias a la habilidad narrativa de Elizondo, uno puede asomarse a esas almas ficticias que se antojan tan verosímiles porque nos recuerdan un lugar conocido: nuestra propia alma. Cabe mencionar que a Elizondo le fascina jugar con el tiempo, es hábil en el manejo de la memoria, maestro de las reminiscencias del pasado que a veces son dulces y en ocasiones c

Cómo han pasado los años...

Imagen
Increíble. Ayer fui a una boda (y conste que no era una a la que habían invitado a mis papás). Fue extraña la sensación de asistir al ese casamiento pues la que contrajo nupcias, es la primera de mi grupo de amigas de la uni…Y no es que esa sensación sea una muestra de mi opinión respecto al matrimonio (de la cual no hablaré el día de hoy), sino que indudablemente, me doy cuenta de que empieza el desfile. ¿Quién será la próxima? Lo ignoro. Ayer Elisa, mi amiga, decidió hacer realidad el sueño de toda su vida. Ayer me di cuenta de cómo han crecido las muchachas. Qué bárbaras. Felicidades, Elisa. Que Dios reparta suerte.

Zoé en el concierto de Zoe

Perdón, Nunca quise hacerte mal, pero siempre que me acerco al fuego, Se me escurre el diablo. Zoe. La fila estaba llena de pubertos. Algunas adolescentes se preguntaban si las dejarían pasar al bar, pues no traían credencial del IFE. Después de las diez la fila empezó a avanzar. A algunos les pidieron credencial, otras se hicieron occisos. Entramos. Lugar con muchos niveles y varios escalones. Los mandiles hacían su agosto: te daban una buena mesa si prometías consumir una botella o si ofrecías una buena cantidad de propina. Esperamos todavía casi dos horas dentro. Tiempo suficiente para ir calentando la garganta con vodka y ver cómo el bar se iba abarrotando. Después de las doce vemos sobre el escenario a cuatro hombres flacos, algunos de ellos melenudos, que se aprestan a tocar. Abren el concierto con Whatever : "and all the spiders in my mind, and all the things we never said. Maybe the last day of my life, when I look at the world trought the blue of your eyes, trough