Nocturno de la alcoba
LA MUERTE toma siempre la forma de la alcoba que nos contiene. Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa, se pliega en las cortinas en que anida la sombra, es dura en el espejo y tensa y congelada, profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca. Los dos sabemos que la muerte toma la forma de la alcoba, y que la alcoba es el espacio frío que levanta entre los dos un muro, un cristal, un silencio. Entonces sólo yo sé que la muerte es el hueco que dejas en el lecho cuando de pronto y sin razón alguna te incorporas o te pones de pie. Y es el ruido de hojas calcinadas que hacen tus pies desnudos al hundirse en la alfombra. Y es el sudor que moja nuestros muslos que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden. Y es la frase que dejas caer, interrumpida. Y la pregunta mía que no oyes, que no comprendes o que no respondes. Y el silencio que cae y te sepulta cuando velo tu sueño y lo interrogo. Y solo, sólo yo sé que la muerte es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos y tus involuntarios mov...