CONTEMPLACIÓN
Para Guillermo Samperio, por sus ejercicios. Con tu cansancio tumbado en la cama observas la nube de humo del último cigarro, ése que prendió cínicamente después de tenerte y antes de salir dejándote el perturbador sonido de la puerta como recuerdo. Al fondo, un rinoceronte metido en un mal cuadro te mira y encuentra tu posición sobre la cama un tanto incitante; piensas que le dan ganas de embestir, tal como lo hizo él. Examinas la corriente oscuridad del cuarto en el que un ropero guarda las memorias de encuentros fugaces. Ahí está tu abrigo y ahí se quedaron, tal vez por olvido, quizás a propósito, un sombrero de lana que presume haber sido bello y un zapato de mujer. Otros amantes olvidados. El espejo distante del tocadorcito frente a ti deja que te des cuenta de la tristeza; del vacío, de ése que no se ve pero se siente, de la sensación de haber sido utilizado. Mientras, contemplas a aquella mujer que aún abierta de piernas mira a su alrededor. Todo fue tan rápido. El lugar no pu...